A los defensores de la vida
y de la paz en el mundo.
Un destello en el alba de Hiroshima
genera ondas de muerte,
hasta más allá del horizonte
y de los años.
De seres y muros calcinados,
vueltos nada en un segundo,
solamente quedan
sombras en el aire,
recuerdos,
vacío,
silencio.
¿Por qué el hombre oscurece el día
con hongos de ceniza y humo,
borra el pasado,
nubla el porvenir
y cancela toda esperanza?
Sesenta años después,
la pregunta y el peligro están vigentes:
¿Podrá el hombre dejar atrás la bestia
y no ser más enemigo de sí mismo?
Ojalá no tarde demasiado
la respuesta que anhelamos.
Potrerillos, 6 de agosto de 2005
Estación RN50 del CTBTO – Universidad de Panamá